Mogarraz es una entrañable villa del SE salamantino que derrama historia íntima y pura. No obstante fue una de las pocas juderías convertidas al cristianismo alrededor del siglo XV.
Fue declarada Conjunto
Histórico Artístico en 1998.
Ubicada en plena Sierra de
Francia atrae pasmosamente nuestra atención por su enrevesado trazado medieval
de empinadas y estrechas callejuelas, pero sobre todo por sus casas de 2 ó 3
pisos construidas con entramado de madera relleno de mampostería que sostienen
airosos voladizos que, a menudo, se cruzan en inverosímiles juego de alturas.
Si sabemos mirar y buscar
bien encontraremos símbolos y grabados en las antiguas piedras, casi borrados
por la acción del tiempo.
Dentro de todo el conjunto
medieval, de evidente belleza, destaca una especie de archivo gráfico que se
expone en las fachadas de cada casa. Se trata de un proyecto del pintor local
Florencio Maíllo que retrató, sobre lienzos gigantes de chapa y, durante casi
cuatro años a gran parte de la población (388 habitantes).
Personalmente no me
atrae este proyecto más bien creo que le aporta un aspecto lúgubre como de
gigante cementerio.
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